LA SANTIDAD: LA META DE ANUNCIAR LA VOLUNTAD DE DIOS

Leer Isaías 6:9-13.

Si lo hemos notado este pasaje nos da una perspectiva del ministerio cristiano que no es muy popular dentro de las masas evangélicas.

¿Cuáles son esas perspectivas?

En primer lugar, nos habla de la consistencia de la predicación de la palabra de Dios.

CONSISTENCIA DE LA PREDICACION

En el v.9, Isaías debía revelar la voluntad de Dios no para que el pueblo entendiera y comprendiera.

En el v.10, su ministerio consistía en insensibilizar el corazón, endurecer los oídos, y nublar los ojos del pueblo.

Y si nos preguntamos por los propósitos de este ministerio, el mismo v.10, nos dice que fue para que el pueblo no entendiera, no se arrepintiera, y no fuese sanado.

¡waoooo! ¿Ustedes recuerdan como en el v.8, Isaías había expresado tanto su rendición como su anhelo de servir a Dios?

Me pregunto: ¿Si hubiese anhelado tanto el ministerio si sabría al ministerio tan aparentemente infructífero a la cual Dios lo enviaría?

Sin embargo, tal cual como Isaías cuando nos rendimos no debemos después quejarnos de las dificultades que nos encontramos en el ministerio.

Ante la consistencia del ministerio de Isaías, en el v.11, él le preguntó al Señor hasta cuando predicaría este mensaje, y cualquiera preguntaría esto después de recibir tal encomienda.

LA DURACION DEL MENSAJE DE PURIFICACION.

¿Y saben lo que le respondió el Señor?

El Señor le dijo que su predicación sería hasta que las ciudades estén destruidas y sin habitantes, las casas sin gente, la tierra completamente desolada, hasta que Dios haya alejado a los hombres de sus casas, y queden los lugares abandonados.

Y aun el Señor le dijo que si después de toda esta destrucción quedaba el 10% de las personas, esta también sería consumida.

¡Waoooo! Otra vez, ¿pero esto no se parece a nada de lo que hemos entendido de predicar el evangelio?

¿Pero entonces cuál es el propósito de este ministerio?

LA SANTIFICACION DEL PUEBLO DE DIOS

Pues al final del v.13, el Señor le dice a Isaías que como el roble o la encina cuyo tronco permanece cuando es cortado, asimismo permanecerá la simiente santa.

De manera que el propósito de la predicación al pueblo de Dios es separar a lo falso de lo verdadero, y lo profano de lo santo, a fin de que el pueblo santo y verdadero de Dios sea visible a los ojos de Dios y del mundo.

Es posible que algunos al escuchar esto digan que esto era algo solo del ministerio de Isaías, y por lo tanto, que este tipo de predicación no corresponde a nuestro tiempo hoy.

Sin embargo, ¿Acaso no vemos esto mismo en la naturaleza del ministerio de Jesús?

En Mateo 3.11-12, según la traducción NTV, Juan el Bautista hablando sobre el ministerio del Mesías dijo:

11…Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. 12 Está listo para separar el trigo de la paja con su rastrillo. Luego limpiará la zona donde se trilla y juntará el trigo en su granero, pero quemará la paja en un fuego interminable.”

Si se fijan también el ministerio de Jesús era uno de santificación del pueblo donde separaría al trigo (verdaderos creyentes) de la paja (los falsos creyentes).

De manera que la predicación de la palabra de Dios debe cada día tener el propósito llamar a su pueblo a manifestar su compromiso con Dios a través de una vida cada vez más cerca de él y cada día mas alejado del pecado.

Esto también es evidente por la práctica y el significado de los sacramentos cristianos como lo son el bautismo y la cena del Señor.

El bautismo anuncia de una manera radical nuestra separación del viejo hombre; y en la cena del Señor manifestamos que permanecemos separados del pecado gracias a que pertenecemos a la comunidad del nuevo pacto, la santa familia de Dios.

De manera que el llamado que Dios ha hecho a los predicadores es a anunciar una vida que se aparta del pecado y depende de la suficiencia de la obra de Cristo en la cruz del calvario.

De manera que el deseo de Dios, de que los verdaderos creyentes conformen su verdadero pueblo solo será posible cuando los predicadores de la palabra de Dios comiencen hacer aquello para lo que fueron llamados, llamar a los hombres al arrepentimiento, la conversión y la santidad.

Solo con este tipo de predicación los verdaderas ovejas del Señor oirán su voz, y le seguirán por el camino de la voluntad de Dios, y los falsos a manifestar su hipocresía y apartarse de su falsa profesión.

Se que esto suena fuerte, y se que sonará mas fuerte para aquellos que piensan que la iglesia debe procurar los grandes números, sin embargo, como el mismo Señor termina diciendo en Isaías 6.13,

“Si aún sobrevive una décima parte, un remanente, volverá a ser invadida y quemada. Pero así como el terebinto o el roble dejan un tocón cuando se cortan, también el tocón de Israel será una semilla santa.” NTV

El interés de Dios es que los pocos que queden sean santos, pues a él no le interesa un falso pueblo que no procura la santidad en la dependencia de la obra de su Hijo.

¿Está tu predicación procurando la santidad del pueblo de Dios o tu predicación solo procura ganar cada vez más persona por un espíritu afable hacia el pecado de los hombres?

¿Eres de aquellos que cuando les hablan de santidad se retraen y encuentran este tema obsoleto o algo del pasado?

¿Te has unido a la multitud que conforman el grupo profetizado de personas que en los últimos tiempos se amontonaran para escuchar a maestros que enseñan según sus propios deseos, apartando los oídos de la verdad, y volviéndose a las fábulas y mitos?

¿Eres de aquellos que ya no soportan la sana doctrina?

Hoy mas que nunca el llamado a ser santos debe resonar en la predicación cristiana, pero no una aparente santidad que viene de una vida atada a la hipocresía y al legalismo, sino una santidad que viene primeramente de la dependencia de la obra de Cristo en la cruz para nuestras insuficiencias y debilidades mientras que corremos la carrera por la santidad total que Dios nos dará en la glorificación.

¿Quieres un consejo bíblico para vivir en santidad?

Proverbios 28:13, dice:

“Él que encubre sus pecados no prosperará, más el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.”

Por este versículo entiendo que una verdadera vida de santidad es aquella que en primer lugar, no encubre sus pecados sino que los confiesa a Dios y los abandona en la suficiencia del poder del Espíritu Santo.

La santidad cristiana no se trata de que nunca cometemos pecado, pues como 1 Juan 1:8, dice: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no esta en nosotros.”

La santidad solo es posible a través de una continua vida de confesión de pecados, y la verdad solo podremos confesar nuestros pecados cuando el Espíritu Santo nos entristece y Dios nos concede la gracia del arrepentimiento, y en la mayoría de las ocasiones cuando nos resistimos al Espíritu vamos a necesitar que otros se paren delante de nosotros y nos digan, tal o cual cosa no agrada a Dios.

Así que hermanos no dejemos de orar por predicadores que predican santidad, pues a veces hasta el hombre conforme al corazón de Dios necesitará de un Natán enviado por Dios para hacernos ver el grave pecado que hemos cometido contra él y contra los demás.

¡bendiciones miles!